domingo, 24 de junio de 2007

La necesidad de construir alternativas en la comunicación

Por Decio Machado

Hace dos o tres generaciones las personas progresaban en su profesión si eran capaces de manipular adecuadamente cosas que con posterioridad se convertían en objetos de consumo. La comunicación, aun siendo importante, estaba lejos de tener la relevancia de la que disfruta hoy. La globalización ha transformado la sociedad; la revolución tecnológica y el autodesarrollo de la fuerza trabajadora han llevado al mundo a creer en los símbolos.

Es la era de la percepción: muchos analistas sociales llaman a ésta la época de la manipulación de símbolos. Más importante que el producto en sí de una industria (todos son similares) las empresas desarrollan marcas y sellos de fábrica, para competir entre ellas. El resultado es la importancia cada vez mayor de la imagen, y ésta exige la elaboración y distribución de mensajes que le generen valor psicológico al producto. Es un valor agregado de carácter psicológico, no transforma el producto, pero genera mayores niveles de venta y por lo tanto mayor beneficio.

De manera similar funciona la noticia. En la actualidad los medios de comunicación no informan, construyen espectáculo y distraen. Venden sus índices de audiencia o sus niveles de incidencia a la publicidad, a las grandes empresas y multinacionales, más allá de sus propios procesos de concentración.

Los controles sobre la información

El desarrollo tecnológico ha generado la necesidad de expertos que manipulen símbolos, a la vez que se reduce la necesidad de técnicos y operarios que manejen máquinas. La percepción ha pasado a ser un valor de primer orden en el proceso de producción, de igual manera que lo es también en la elaboración de ideas.

Las empresas, las instituciones y los gobiernos necesitan de imagen, viven de ella para valorar sus productos, conservar su poder o mantener vigente su gobernabilidad. Se invierte y gasta tanto en imagen porque a través de la comunicación se influye, se manipula y se persuade.

El sector de la comunicación está saturado de técnicos que cuidan el aspecto estético del medio; que un periódico esté bien diseñado, que el escenario de un estudio de televisión sea atractivo, o que los spots publicitarios sean efectivos. Para todo ello existen especialistas en la forma y lo estético (técnicos, diseñadores, correctores de estilo, productores de publicidad...).

Y por otro lado están los expertos, que cubren el aspecto ideológico, intervienen en la manipulación de la información. Deciden qué es noticia y qué no, la importancia de una noticia, el espacio que va a ocupar, la decoran, eligen la foto, ilustración o efecto de sonido que va a acompañarla. Deciden en definitiva, el impacto de la noticia, pero no de acuerdo a su importancia, sino desde sus intereses ideológicos, es decir, los intereses económicos e ideológicos de los grupos propietarios del medio.

Los medios de comunicación ya no necesitan domesticar cotidianamente a sus empleados, estos por inercia cumplen su papel de defensa de los intereses ideológicos de su patrón. En el desestructurado mundo laboral de la comunicación, donde el freelance, el autónomo y el becario imperan, quien rompe con esta dinámica sin más es separado del medio.

Tanto técnicos como expertos trabajan en un mismo proceso de comunicación. Similar al proceso productivo, donde están los obreros y los expertos, ambos necesarios en el proceso de producción, en la comunicación todo está planificado, cada quien conoce su función y se buscan resultados.

“En retórica (léase comunicación) nada hay gratuito, los mensajes, sus elaboradores y sus emisores persiguen algo muy concreto. En el caso de la publicidad se trata de promocionar mercancías, de asegurar su venta; en el caso de los mensajes políticos hay que asegurarse la adhesión a tal idea o partido, en el caso más general de la ideología hay que reafirmar el apoyo a un sistema de vida, aun, y por lo tanto, cuando el mismo esté perjudicando de alguna forma a quien lo adquiere mediante una suerte de automatismo. La monopolización del sentido implica otras monopolizaciones: la de los medios de producción, la de la educación, la de los mayores beneficios sociales, la de la fuerza... En síntesis: el monopolio del poder” (Daniel Prieto Castillo, Retórica y Manipulación Masiva).

El poder mediático

El alejamiento de la realidad de los periodistas y la premisa imperativa del negocio (intereses del grupo o de la publicidad), han hecho predecir a muchos autores la extinción o la muerte del periodismo ético.

“Lo que antes se llamaba el cuarto poder ahora es más bien el segundo. Pero sus funciones han cambiado: el cuarto poder era la censura de los otros tres, mientras que aquí el segundo se plantea en términos de influencia global y general sobre el funcionamiento de las sociedades. En la actualidad se considera que el poder se ha desplazado esencialmente hacia la esfera de la economía y, dentro de ella, hacia el ámbito financiero. Los mercados financieros son los que, en definitiva, dictan y determinan el comportamiento de los responsables políticos” (Ramonet, La tiranía de los medios).

La lógica del cuarto poder, en su misión cívica de calibrar el funcionamiento de los tres poderes, ha pasado a la historia. Además esos tres poderes hoy se han transformado y son, en orden de importancia: el económico, el mediático y quedando a la cola, el político.

La estructura del poder ha sido transformada. Es la globalización, y ésta tiene entre otros, tres pivotes fundamentales: lo económico financiero, lo militar y lo ideológico. En todas, la comunicación desarrolla un papel fundamental.

En lo económico financiero, siendo el entorno donde se dictan y determinan la mayoría de decisiones, de manera especial a los actores políticos y de manera general al conjunto de la sociedad, la comunicación tiene un papel principal. El nuevo capitalismo se mueve a base de información, la cual se ha convertido en un producto de intercambio.

En lo militar: todo lo que se oponga a la globalización es acusado de terrorismo, satanizado en los medios de comunicación, y por lo tanto justificadas las actuaciones de amenaza, chantaje o agresión militar que se ejerzan sobre el enemigo.

Lo ideológico es el ámbito por excelencia para los medios de difusión. Estos se han convertido en el aparato ideológico de la globalización económico capitalista. Ya no sólo porque la información tiene hoy valor mercantil, sino porque los medios poseen el control sobre la opinión pública y las reacciones ciudadanas.

El control de la fabricación y distribución de la información es el intento de control de las conciencias y por lo tanto, de las conductas.

No han dejado de tener vigor viejas palabras: “Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante. La clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante” (Carlos Marx, La Ideología Alemana).

Un nuevo modelo

El interés por los medios de comunicación se ha manifestado a través de absorciones o fusiones entre grandes grupos, pero ha provocado también el interés de otras muchas empresas dedicadas a sectores diferentes. Junto a los mercados financieros, la comunicación se ha convertido en uno de los grupos más dinámicos de la economía global.

Durante los ochenta y noventa el sector creció de forma importante. En 1999 cinco empresas europeas, entre las que se encontraban Sogecable, Canal Plus y Mediaset, duplicaron su valor.

Las comunicaciones son un sector donde invertir, sobre él afluyen múltiples empresas que van desde el sector armamentístico hasta la banca. Siendo claramente constatable la influencia del poder económico sobre el contenido, además de la censura que conlleva formar parte de un grupo empresarial.

La independencia, valor esencial del periodismo y base de la legitimidad de su poder, desaparece ante la incuestionable libertad de empresa en el ámbito de la comunicación de masas.

Construir contrapoder

A pesar del abrumador poder mediático, avanzan por doquier experiencias que, tejiendo redes poco a poco, van teniendo cada vez mayor capacidad de incidencia social. Por poner algunos ejemplos:

En América Latina las radios comunitarias cubren importantes segmentos de poblaciones locales y cuando se unen en cadena para transmitir sus noticieros o programas especiales llegan a importantes sectores de la población, causando incidencia en los públicos. Las radios comunitarias, en el ámbito local, son un importante contrapoder, que ha logrado resistir la represión de diversos gobiernos, que han intentado eliminarlas quitándoles frecuencias y permisos. Esas pequeñas radios de alcance limitado, se han convertido en sujetos políticos de sus comunidades.

También universidades e instituciones educativas han descubierto el potencial de los medios de comunicación para divulgar su punto de vista y los estudios e investigaciones de sus centros educativos, así como dar espacios a un público variado.

Ejemplos claros los tenemos en El Salvador, donde la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), con su emisora en frecuencia modulada YSUCA, de alcance nacional, y su programa de televisión Miradas, contratando espacios en canales de televisión privados, además de la serie de revistas especializadas con que cuentan, se han convertido en importantes generadores de opinión pública.

En el caso de las televisiones el ejemplo de Venezuela puede ser el más significativo. En 2002 los medios de comunicación desarrollaron una estrategia para crear una atmósfera pregolpista. En la víspera del golpe la prensa ya no desarrollaba trabajo informativo. Los periodistas y editorialistas más importantes eran líderes de la oposición política, un escenario donde la ética profesional se vio reducida a la inexistencia.

Tras el fracasado golpe la política gubernamental permitió que movimientos sociales y el Estado crearan una plataforma mediática para evitar el monopolio absoluto de los medios de comunicación privados. Desde entonces, se ha vivido un proceso de democratización importante de las comunicaciones, un cambio de paradigma comunicacional, donde radios populares, prensa barrial, agencias contrainformativas y televisiones comunitarias están teniendo un importante desarrollo. Destacando este último, hay ya más de 13 emisoras que transmiten por frecuencia de aire en diferentes regiones, desde canales campesinos en zonas rurales, paralelamente al desarrollo de otras tantas experiencias en barrios urbanos.

En Europa la apuesta más fácil para la comunicación alternativa ha sido Internet. Solamente en el Estado español tenemos un buen panorama: Rebelión, Nodo50, Kaos en la Red, La Haine, los Indymedia, Insurgente, etc., así como un importante número de blogs de contrainformación, y múltiples páginas web de organizaciones políticas y colectivos sociales, cargadas de noticias.

A efectos de prensa escrita el escenario se estrecha bastante. En el ámbito europeo, el periódico Il Manifesto fue el primer y más influyente ejemplo de iniciativa mediática y proyecto político en sí mismo, que pretendía transformar la política, y más específicamente que las instituciones políticas de la izquierda italiana se abrieran a relaciones creativas con los movimientos sociales.

Podríamos reconocer en Europa algunos proyectos más de similar formato pero de menor envergadura que Il Manifesto. En el Estado español el más relevante en este sentido, fue el periódico Liberación, que tuvo una existencia efímera. Veinte años después ha surgido el proyecto Diagonal, un periódico de ámbito estatal, bien hecho y con una gestión horizontal y participativa. Cumplidos dos años de su nacimiento, se valida como una alternativa que poco a poco va superando sus tres frentes más débiles, el formato quincenal, la centralidad del proceso informativo (falta de estructuras más allá de Madrid) y fundamentalmente su fragilidad económica.

En la actualidad la importancia de los medios de comunicación alternativos es vital. Están poco a poco siendo instrumentos creativos para establecer conexiones entre diversos tipos de resistencia, expandiendo nuevas iniciativas y exponiendo al poder a otra forma de crítica que la realizada desde los medios masivos.

(Artículo publicado por la Revista Pueblos, nº 26, jun/07).

jueves, 21 de junio de 2007

4.235 muertes en la frontera

Decio Machado (desde México)


Los sistemas de vigilancia desplegados en la parte californiana de la frontera de EE UU han desplazado las rutas de los mojados a zonas desérticas más peligrosas.

Desde 1994 en la frontera entre EE UU y México han muerto 4.235 personas. Según un informe de la Fundación Asistencia Legal de California (FALC), sólo durante el año pasado el número de fallecimientos oficial fue de 485, y en el primer trimestre de 2007, las víctimas mortales alcanzaban ya las 91 personas (ver cuadro). Pero para Arnoldo García, director de la Red Nacional para los Derechos de Inmigrantes y Refugiados, con sede en Oakland (EE UU), las cifras no son fiables, pues sólo se cuentan los cadáveres aparecidos. “La cifra de muertos debe ser cuatro veces mayor, porque creemos que por cada muerte hay otros diez migrantes desaparecidos, de los cuales sus familias nunca supieron cuál fue su destino”.

El primero de octubre de 1994, el Servicio de Inmigración y de Naturalización de los EE UU puso en marcha el Operativo Guardián (Operation Gatekeeper) en la frontera entre San Ysidro y Tijuana. El objetivo: “Asegurar y proteger la frontera de los EE UU por medio de la prevención de entradas ilegales al país y de la detección y arresto de las personas sin documentos migratorios, de los contrabandistas y de toda persona que viole las leyes”. Ello ha significado una aguda militarización de la frontera entre México y el Estado de California, que ha sido tomada por miles de agentes de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol).

Este sistema sirvió de modelo en otras zonas fronterizas del territorio, como el programa Hold the Line en Texas o Safeguard en Arizona. Pero si algo caracteriza al Operativo Guardián son sus dramáticas consecuencias en materia de DD HH y las miles de muertes que deja en la frontera. Al primer muro -que se construyó gracias al excedente de la Guerra del Golfo de 1991- se le ha añadido otro segundo de pilares metálicos infranqueables, que disponen de las tecnologías más avanzadas: detectores con luces infrarrojas o de calor humano y cámaras múltiples auxilian a las patrullas desplegadas las 24 horas del día.

Cada día, en la ‘línea’ entre San Ysidro y Tijuana, 40.000 mexicanos van a trabajar a San Diego, y miles de residentes de San Diego cruzan del otro lado para trabajar en las maquilas tijuanenses. Estos flujos económicos y humanos que integran a las dos ciudades revelan lo anacrónico del Operativo Guardián. Mientras la frontera económica desaparece, se levantan barreras insalvables a la libre circulación de las personas. “El Operativo Guardián es el responsable de que se haya provocado un desplazamiento de los flujos migratorios hacia las zonas desérticas de Texas o Arizona. Los migrantes ahora intentan cruzar en zonas áridas, donde miles han fallecido de deshidratación, de hipotermia o de accidentes en los cañones”, denuncia Christian Ramírez, de American Friends Service Committee.

La obsesión por el control de los flujos migratorios ha dado también pie a la aparición de “grupos de defensa civil de la patria”, principalmente en las zonas fronterizas de Arizona. Estos grupos paramilitares de ‘vigilantes’, como los Homeland Defense’s Volunteers o los Minuteman, están armados para detener a los migrantes en la zona fronteriza. Recientemente la estadounidense ‘guerra global contra el terrorismo’ ha venido a dar nuevas justificaciones a la actuación de estas milicias que cazan migrantes haciendo arrestos de perfil racial (Ver DIAGONAL nº 32). Para Óscar Escalada Hernández, director de la Casa MICA de Menores Migrantes, la cosa está clara: “Los éxitos del Gobierno estadounidense con su Operativo Guardián para nosotros significan luto, el luto de miles de familias”.

Sin embargo, el flujo migratorio es imparable. Los hispanos tienen una presencia cada vez mayor en EE UU, hasta tal punto que ya conforman el 12,5% de la población estadounidense. Es decir, que de cada 10 residentes en EE UU más de uno es hispano. Se estima que en los EE UU hay ya un millón de hondureños, dos de guatemaltecos y tres de salvadoreños. El caso de México es especial: se calcula que hay 30 millones de mexicanos viviendo en los EE UU, de ellos 12 millones son nacidos en México y los otros 18 son descendientes.

Fuente: Publicado en periódico Diagonal nº 57

La ruta de los mojados: "Jalando pa’l norte"

Por Decio Machado (desde México)


Uno de los caminos que los ‘mojados’ utilizan para llegar al ‘El Dorado’ del norte es la Ruta Maya. Es la ruta de los más pobres, de los que no tienen 6.000 dólares para pagar a los ‘coyotes’ para que les crucen en camiones la frontera de Tucum Uman o La Mesilla (en la frontera sur con Chiapas), que son las rutas más ‘seguras’. DIAGONAL ha hecho este recorrido junto a los ‘mojados’.



El flujo migratorio de Centroamérica y el Caribe hacia EE UU y Canadá ha crecido de forma desproporcionada en los cinco últimos años, según señalan estudios realizados por diversas instituciones defensoras de los derechos humanos en Centroamérica. Miles de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y en especial mexicanos, aceleran el paso hacia los EE UU, con el objetivo de cruzar antes de que termine la construcción del nuevo muro fronterizo.

CIUDAD DE GUATEMALA
En la estación central de autobuses, William Guzmán, un hondureño de 33 años, maestro de profesión, que ya fue deportado desde el norte de México hace casi dos años, y que está de camino para repetir el intento, nos informa: “Se ha hecho muy difícil cruzar por la frontera mexicana por las rutas tradicionales. Hay mucho control por parte de las autoridades en la frontera con Chiapas, es mejor entrar por la Ruta Maya”. William aclara que intentará adquirir un pasaporte mexicano cuando contacte con los ‘coyotes’: “Puedes conseguir por 300 dólares el pasaporte de algún broder fallecido”. Patty Reyes, una joven salvadoreña, que también espera el autobús para proseguir su ruta hacia el norte, se confiesa: “Estamos pisados, en nuestros países no hay trabajo, somos muy pobres, jalo pa’l norte, cuando terminen el muro todo va a ser más difícil”. Y prosigue: “Los coyotes que operan en la frontera de Guatemala y México te pueden llevar a los EE UU por cantidades entre 4.000 y 6.000 dólares, pero yo no tengo pisto (dinero)”.
A las 10 de la mañana, subimos al autobús. Nuestro objetivo: la ciudad de Santa Elena. Por delante nueve horas para compartir. Basta con mirar a los pasajeros para darse cuenta de que Patty y William no son los únicos que viajan hacia el ‘sueño americano’. Durante el trayecto, Walter García, un pasajero guatemalteco que ha trabajado para la agencia de cooperación sueca en la zona, cuenta que unas 200 personas atraviesan diariamente las selvas del Petén, caminando mochila al hombro rumbo a México. Nos alerta de que en la ruta hay que tener cuidado con las serpientes, que en la selva también hay jaguares y ocelotes, aunque lo que veremos serán monos, lagartos y pizotes (una especie de ardilla gigante).

SANTA ELENA
Al bajar de autobús, nos ofrecen los servicios de múltiples hotelitos tan sólo por dos dólares la habitación. Es un servicio integral, a ellos llegarán por la noche los ‘coyotes’ (también llamados ‘polleros’) en busca de la clientela. Estamos en el corazón de la ‘cultura del maíz’. Tan sólo a 45 minutos está Tikal, las ruinas de lo que fue uno de los principales centros culturales y poblacionales de la civilización maya. Santa Elena es una población pequeña situada a la orilla del lago Petén Itzá, dominada por un enorme cuartel militar. Lo único que un visitante puede ver en esta triste ciudad es su mercado repleto de bellas y coloridas telas, así como de todo tipo de productos provenientes del mercado negro (gafas de sol, relojes, walkmans, dvd...).
En la iglesia se hacinan varios migrantes. Nos cuentan los lugareños que son los que han sido asaltados por el camino. “Llegan sin nada de plata, el cura les deja dormir en la parroquia, y además les dan un vale de comida al día”. Santa Elena es un punto de encuentro de ‘remojados’. “Se es tantas veces ‘mojado’ como países has de cruzar para llegar a EE UU”, explica Patty. Aquí comparten experiencias, se dan ánimos y los más experimentados dan consejos. “Hay que andar listo. He visto a gente ahogarse en los ríos o romperse los huesos en caídas en las quebradas. Hay que tener cuidado con los asaltantes, te roban hasta los zapatos y si no tienes al menos 50 pesos corres el riesgo de que te maten, pero especialmente hay que cuidarse de los policías, ésos son los peores”, indica Edmundo Vargas, un lugareño cuyo hermano vive en EE UU desde hace diez años.

EL NARANJO
La siguiente parada es una aldea a la orilla del río San Pedro. Para llegar hemos cruzado más de 160 kilómetros de precarias pistas por la selva del Petén en una pick-up repleta de gente. Los únicos extranjeros que encontramos en la población son mojados. Nos hallamos a 35 km de México. Los lugareños van armados y las cámaras de fotos no son de su agrado. El punto neurálgico de esta aldea es su embarcadero. En él se respira la tensión. Allá conviven cambistas de dinero junto a lancheros y ‘coyotes’.
Allá conocemos a Jennifer, una nicaragüense que nos cuenta cómo fue asaltada y violada hace unos días por la policía guatemalteca. “No tengo un quetzal [moneda guatemalteca]. ¿Denunciar, a dónde?, ¿cómo voy a denunciar ante estos mismos ‘pendejos’?”. El norte de Guatemala está bajo control de las bandas de narcotraficantes y de los paramilitares; abundan las pistas de aterrizaje clandestinas para el contrabando de cocaína y estupefacientes.

EL CEIBO
Las calles de El Naranjo están llenas de migrantes que esperan para cruzar. Las pequeñas tiendas de ‘abarrotes’ (ultramarinos) hacen su agosto, los mojados se pertrechan de todo lo necesario para emprender la marcha, especialmente de agua. Salimos de El Naranjo en una barcaza en dirección a El Ceibo.
Cruzar estos 35 kilómetros en barca lleva una hora. Mucha gente también lo hace atravesando la selva entre el estruendo ocasionado por los monos aulladores (animal característico de la selva petenera). Por el camino los agentes de Migración guatemaltecos piden a los inmigrantes que se identifiquen, pero nadie pide documentación alguna que autorice la entrada a México. Un agente aclara que el control no se realiza con ánimo represivo. “El problema es que luego muchos son asesinados y luego se hace muy difícil identificarlos. Lo hacemos básicamente por eso”.
Atravesamos las aguas del río San Pedro entre pájaros de colores y apáticos cocodrilos, que se sumergen a nuestro paso demostrándonos su más absoluta indiferencia. Llegamos a El Ceibo, es el único paso fronterizo de la zona entre México y Guatemala, su posición está marcada por un meridiano que atraviesa el poblado. De la lancha bajan 44 personas. La aldea es un gran bazar de productos provenientes del mercado negro. Muchos mexicanos cruzan la frontera para comprar ropa y aparatos electrónicos más baratos; la mayoría los revenderán en México. Por los cerros que rodean la aduana pasan los caminos por los que cruzan los inmigrantes. Un grupo de salvadoreños viene de inspeccionar los montes: “El paso es ‘paloma’ (dificultoso), si te pierdes puedes pasarte días caminando. Hay que tener mucho cuidado con las ‘maras’ (pandillas de asaltantes), hay muchos esperando en el camino”. William y Patty se organizan junto con otro medio centenar de migrantes. Juntos cruzarán los cerros. Partirán esta misma noche camino a México. Hacen las últimas compras de alimentos, cargan sus pequeñas mochilas con lo únicamente indispensable. A partir de aquí emprenden una nueva etapa, cruzando el territorio mexicano. Entrarán en el Estado mexicano de Tabasco, y marcharán hacia Tenosique.
Esa noche nos despedimos, todos nos deseamos suerte. Antes de marchar, William me cuenta que tenosique en náhuatl significa la ‘casa del hilandero’ (combinación de vocablos mayas ‘ta-na-tsiic’), y que la primera vez que tuvieron el “infortunio” de que los españoles llegaran hasta allí fue en 1525, cuando Hernán Cortés pasó al mando de su ejército, camino de Honduras, para castigar a un lacayo sublevado. Patty me regala una estampita de la Virgen de Guadalupe, me pide el correo electrónico. Promete escribirme desde Los Ángeles, donde vive una prima suya que también entró en los Estados Unidos como mojada, aunque hoy ya tiene papeles.

LA RUTA MEXICANA
De vuelta a El Naranjo, el chófer de la pick-up que me lleva -asegura llamarse Vladimir Ilich- me cuenta que, desde El Ceibo a Tenosique, los mojados deberán caminar 56 kilómetros. Es uno de los tramos más peligrosos de su ruta hacia el norte: lo llaman “el camino de la incertidumbre”.
En los últimos tres años, cerca de 60 migrantes han sido asesinados en ese tramo, y otros 130 han sido heridos. Cuando lleguen a Tenosique les faltarán aún 3.000 kilómetros para llegar a la frontera con EE UU. Abordarán un tren hacia Veracruz en el que viajarán entre tres y cuatro días. Lo harán colgados entre los vagones o en sus techos. Muchos se duermen y caen a las vías, y son despedazados por el tren. También deben cuidarse de la Mara Salvatrucha, que los ‘caza’ en los trenes para robarles y violar a las mujeres. Pernoctarán en Coatzalcoalcos, ya en Veracruz. Dormirán al lado de la vía, a la espera del tren con dirección a Medias Aguas. Después volverán a cambiar de tren en Tierra Blanca, siempre hacia el norte.
En esta última ciudad tendrán que elegir entre seguir la ruta atlántica, e intentar cruzar por Matamoros (Tamaulipas) a los EE UU, o ir hacia el Distrito Federal, desde donde irán a la frontera de algún otro estado norteño (Piedras Negras en Coahuila, Ciudad Juárez en Chihuahua, Tijuana en Baja California, o Nogales, Agua Prieta, desierto de El Sásabe en Sonora). Las rutas hacia México y Estados Unidos varían en función de las preferencias y los negocios que hagan los ‘coyotes’.

FRONTERAS E IMPUNIDAD
Como explica uno de los chóferes que en su pick-up hace de transporte por las pistas: “Uno de cada cinco mojados consigue llegar a los EE UU, las chavas (mujeres) sufren mucho, dicen que el 70% son violadas, algunas varias veces durante todo el trayecto. También las hay que quedan enredadas en redes de prostitución que jalonan todo lo ancho y largo del territorio mexicano”.


Publicado en Diagonal nº 57

viernes, 15 de junio de 2007

Pautas de comportamiento para las izquierdas transformadoras


Por DECIO MACHADO, activista de los movimientos sociales de base


Partiendo de la premisa de que prácticamente todas las izquierdas del Estado español han decidido actuar dentro del sistema de normas de la ‘democracia capitalista’, se hace imprescindible la claridad y transparencia tanto en nuestros principios como en los objetivos para dicha actuación.
Para actuar se necesita ética, no se trata tan sólo de reafirmar nuestro carácter anticapitalista de forma permanente, los horizontes de la transformación social son mucho más amplios.
Una intervención político-social coherente
Los sistemas políticos de estas ‘democracias’ están diseñados para reproducir la lógica del capital. Es este difícil campo de juego donde colectivos y organizaciones llamadas de izquierdas se justifican permanentemente por sus serias contradicciones.
Los movimientos sociales y las organizaciones políticas deberían empezar a asumir en sus debates el hecho de que la credibilidad de un grupo político o social no depende de sus palabras, sino de su ejemplo. De la ejemplaridad en la transparencia y en la horizontalidad de sus procesos internos, de la ejemplaridad en la actuación de sus componentes, de la ejemplaridad en las formas de intervención que utilice. Y estas últimas han de ayudar en la construcción colectiva, no siendo un freno para el desarrollo de herramientas de transformación social.
Ser activista o militante en las izquierdas exige reflexión y una educación en valores que son el legado de varias tradiciones que, a pesar de haber cometido terribles errores, han sido el referente de lucha por las libertades y los derechos en los últimos 160 años de historia. Si necesariamente la ética mira a la izquierda para defender los derechos fundamentales, las izquierdas deberían también mirar a la ética, liberándonos a todos del sectarismo, del politiqueo, y de cargar con el peso de los egos y aspiraciones personales de muchos de sus dirigentes.
La ética exige a las ‘izquierdas’ que sean consecuentes y no se apropien indebidamente de ese nombre. Por ello, si no se tiene claridad en los principios y en los objetivos, la participación de la izquierda tanto social como política en el modelo mercadocéntrico se convierte en un mecanismo de legitimación del sistema capitalista neoliberal.
La protesta reformista al sistema no cuestiona los valores fundamentales del mal llamado ‘pensamiento único’, convierte a esa ‘izquierda’ en adaptacionista, no visualizándose las diferencias. Por poner un ejemplo, es fácil ver a determinadas organizaciones utilizar un vocabulario conceptual neoliberal para expresar sus planteamientos. Podemos oír a Izquierda Unida o a diversas ONG decir que la lucha contra la pobreza es una “buena inversión”, como si el problema pudiera reducirse a una cuestión de eficiencia económica del sistema.
En el Estado español ya es aceptable para la mayoría que ocho millones de personas (más de dos millones de hogares) vivan en la pobreza. De la misma forma que es aceptable el drama de las pateras/ cayucos, alambrar las fronteras o la existencia de cerca de 1.500.000 inmigrantes clandestinos y carentes de derechos. Todo esto ya forma parte de lo ‘inevitable’ en el subconsciente colectivo. Pero más lamentable aún es que también hay un importante sector de la autorreferenciada ‘izquierda’ que ha interiorizado el sistema y asume que cualquier grupo político que alcance el poder tiene que gobernar en armonía con el capital. Ya no se trata de articular alternativas.
La tarea de los movimientos sociales y las organizaciones que se reclaman de las izquierdas transformadoras es inventar e imponer otro tipo de relaciones económicas, otro modelo de sociedad. Los movimientos sociales deben construir alternativas y estrategias de acción que permitan alterar la balanza. Esto no debe significar ausencia de diversidad, sino justicia social, respeto y democracia en los distintos niveles de las relaciones entre los seres humanos. Para empezar es importante reconocer la diversidad de la propia izquierda transformadora. Para hablar de las izquierdas, estamos obligados a utilizar el plural, son diversas y en muchos casos, incluso están en conflicto.
La izquierda sectaria
El efecto de la globalización está siendo muy profundo. La extinción del Estado de bienestar, el fin de la concertación entre capital y trabajo, la precarización de la vida, la inviabilidad del planeta y el agotamiento de la lucha armada como estrategia viable, así como un alto nivel de deslegitimación social, situó a las izquierdas en todo el planeta ante una verdadera crisis de paradigmas tan sólo hace unos años.
Pero aún así, determinadas organizaciones de perfil autoidentitario han conservado intactos sus presupuestos ideológicos del pasado, considerando que lo único que hay que hacer es actualizar la estrategia ante las nuevas condiciones. La interpretación que hace esa izquierda retórica es que la actual carencia de alternativas demuestra la necesidad de regresar a la construcción de la vanguardia revolucionaria que organice el tránsito (ya hablaremos de los métodos) hacia la sociedad ideal (ya hablaremos de cómo es). Es decir, una vuelta atrás, el renacimiento del pasado. La tolerancia con la que se ha evaluado hasta hace poco la relación ética entre fines y métodos permitió la lógica de ‘el fin justifica los medios’. Por poner un caso, los crímenes masivos en la URSS de Stalin fueron justificados entre la izquierda prosoviética por la necesidad de salvar la dictadura del proletariado.
La historia está llena de casos que muestran cómo organizaciones políticas de ‘izquierdas’ que se creyeron con el derecho de elegir cualquier método o medio en sus luchas han acabado reproduciendo la dominación, y el Estado español no ha sido una excepción en ello. Por ello, para los colectivos y organizaciones que pretenden ser herramientas de transformación social, no puede ser viable el recurrir a métodos o formas de intervención que carezcan de criterio moral. El ‘iluminismo político’, la mentira, el insulto, la descalificación personal, la instrumentalización de herramientas de construcción o uso colectivo para descalificar a otros no forman parte de los valores de las izquierdas transformadoras en construcción. Llevando esto a su extremo, incluso cuando las izquierdas se han visto obligadas a situaciones de guerra, no todo es válido.
El cuidado en las formas de intervención sociopolítica debe ser una responsabilidad moral y racional de primer orden, e inevitablemente condiciona los objetivos.
Es necesario reflexionar con honestidad sobre la calidad de los fines y los medios. Esclarecer nuestros objetivos es fundamental para valorar nuevos modelos y métodos de lucha. Los sectarismos no forman parte de las izquierdas transformadoras. La construcción de nuevas formas de organización y de un movimiento político social que sea capaz de alterar la realidad vigente será plural y democrático o no será.
Fuente: Diagonal Nº 56