domingo, 9 de marzo de 2008
La gran mentira de El País y su periodista Maite Rico sobre como sucedieron los hechos del asesinato de Raúl Reyes y otros 23 guerrilleros de las FARC
Decio Machado
Sonroja desde la perspectiva periodística que el diario “El País” se considere el periódico con mayor seriedad informativa existente en el Estado español, y también sonroja el nivel de infamia, intoxicación y falta de ética profesional que son capaces de desarrollar varios de sus articulistas.
La intoxicación mediática a la que nos somete dicho diario y el conjunto del Grupo Prisa no es nueva, y desde América Latina sorprende menos si uno tiene la ocasión de escuchar las emisiones de Radio Caracol, insigne bandera de Prisa en Colombia, convertida en el "panfleto de los panfletos uribistas" entre los medios de comunicación colombianos. Esta manipulación informativa ha sido denunciada “una y mil veces” por muchos analistas comunicacionales en diferentes medios de información alternativa, por lo tanto no voy a centrarme en ello.
Sin embargo en este artículo quiero denunciar la farsa descrita en el reportaje titulado “Así fue la Operación Fénix”, publicado en el día de ayer, domingo 9 de marzo por este diario y firmado por la periodista Maite Rico.
Para los desconocedores de este personaje, esta señora es popularmente conocida en el mundo de la información por su tendencia pro norteamericana, así como por embestir contra todo aquello que suene a progresismo en América Latina. Junto con Bertrand de la Grange, Rico ha publicado libros como “Marcos, la genial impostura” (1998), sobre la figura del supcomandante Marcos, o “¿Quién mato al Obispo?” (2004), los cuales son considerados en el mundo de la política como “novelas policíacas”, más que como libros que ayuden a documentar históricamente la realidad de los temas que tratan.
Una de sus grandes perlas literarias se dio en la revista Letras Libres en febrero del año pasado, donde esta licenciada en Historia, especializada en desvirtuar la Historia, cuestionó que los huesos trasladados desde Bolivia a Cuba e instalados desde 1997 en el mausoleo del Che en Santa Clara, correspondiesen a la figura del mítico guerrillero. Tanto Rico como De la Grande, no tuvieron ningún rubor en contradecir las declaraciones de Harry Villegas, alias “Pombo”, compañero del Che en la guerrilla boliviana, como a los médicos forenses y argentinos que asistieron el reconocimiento del cadáver, como al propio biógrafo estadounidense Jon Lee Anderson, al cual Maite Rico definió como “ingenuo”, un personaje con “afán de protagonismo” y “agresivo” con sus detractores.
La argumentación de esta más que cuestionada periodista, consistía en definir la identificación y posterior traslado de los huesos, como “una mentira de Estado”, diseñada por Fidel Castro con el fin de desviar la atención y manipular a la opinión pública cubana, de la grave crisis que se cernía sobre la isla. Todo ello con el mismo criterio invetigativo que caracterizan sus trabajos y que veremos a continuación.
Las mentiras de Maite Rico sobre la muerte de Raúl Reyes.
En el artículo elaborado por Maite Rico y publicado en el día de ayer en el diario “El País”, dicha periodista procede a cometer un alto nivel de intoxicación informativa que paso a denunciar punto por punto:
1.) Según Maite Rico y El País, se asegura que: “El 1 de marzo, la onda expansiva de un bombazo puso fin a la vida del número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”.
Hasta el momento las autoridades colombianas no han hecho pública la autopsia de Raúl Reyes, sin embargo las fotografías que hemos podido ver por los medios de comunicación colombianos, demuestran que el jefe guerrillero tiene entre otras heridas un orificio en la parte izquierda de su cara, lo que perfectamente podría significar un impacto de bala. De ser así, su muerte podría haber sido posterior a las cuatro bombas lanzadas por aviones no ecuatorianos que invadieron el espacio aéreo ecuatoriano. La existencia de esta incursión aérea ha sido denunciada por las autoridades locales, los colonos de la zona y las tres guerrilleras que se han encontrado vivas en el lugar de los hechos.
Los trabajos de investigación que se están desarrollando por las autoridades ecuatorianas, así como la existencia de orificios, en varios casos en la espalda, de múltiples guerrilleros muertos, indica que se ejercieron ejecuciones extrajudiciales por parte de los comandos especiales que descendieron desde los helicópteros colombianos. Raúl Reyes podría ser perfectamente uno de los ejecutados, el hecho de que su cuerpo esté en manos de las autoridades colombianas dificulta la posibilidad de investigar si los orificios de su cuerpo son de bala, y en caso de ser así, si estas se han disparado desde corta distancia.
2.) Según Maite Rico y El País, se indica que en el momento de su muerte, Raúl Reyes: “Dormía a pierna suelta. Lo último que podía imaginar era que el Ejército colombiano lo fuera a alcanzar en su santuario de Ecuador”.
Efectivamente Raúl Reyes dormía, al igual que el conjunto de guerrilleros instalados en el campamento, lo cual demuestra que Uribe y el conjunto de autoridades colombianas mintieron cuando decían que se había actuado en territorio ecuatoriano en caliente (durante un combate), y que el ejército había recibido disparos de las FARC desde territorio ecuatoriano. Pero más allá de Uribe, donde miente la reportera de El País, es en definir a la República del Ecuador como un santuario. Durante el año 2007 fueron descubiertos y desmantelados 47 campamentos de retaguardia y descanso de las FARC en territorio ecuatoriano. También hubo varios guerrilleros detenidos al ser localizados por las fuerzas armadas del Ecuador, y pasados a disposición judicial. El concepto santuario tendría sentido cuando hay connivencia entre el gobierno local y la fuerza externa que utiliza el territorio, no es el caso del Ecuador, aunque si tiene antecedentes en América Latina, recuérdese por ejemplo, las posiciones de la “contra” nicaragüense, armada y entrenada con instructores norteamericanos, que tenía sus principales cuarteles en territorio hondureño, zona a la que nunca pudo penetrar el Ejército Popular Sandinista, dado que habría podido justificar la invasión de este país por los “marines” estadounidenses.
3.) Según Maite Rico y El País: “El general colombiano Freddy Padilla extiende una enorme fotografía aérea de la región de Piñuña Blanco. Separando a los dos países, las aguas rojizas del río Putumayo discurren en meandros. Algunas manchas amarillas rompen la monotonía verde de la vegetación selvática. Son "chacras de coca" abandonadas. "Sabíamos que estaba en su campamento madre", explica, señalando a una cruz roja en el lado ecuatoriano, a 1.850 metros de la frontera”.
La periodista de El País, en un alarde de sagacidad sin igual, ni cuestiona ni se documenta sobre las palabras del general colombiano. El campamento no estaba a 1.850 metros, estaba a casi 2.500 metros, además suponer que el campamento “madre” de Raúl Reyes constaba de una infraestructura de 7 camas y en él, un dispositivo de unos 25 guerrilleros, demuestra que el nivel de documentación de la reportera o bien su capacidad intelectual, es realmente escaso. De no ser así, el hecho es más grave, pues demuestra una voluntad por manipular la noticia. Los campamentos "madre" de las FARC son innacesibles, su composición militar es enorme y el nivel de sus infraestructuras están muy lejos del que destruyeron violando las normas del derecho internacional, los operativos militares colombianos. Por si la señora Rico no se había percatado, estamos hablando de un grupo armado que lleva más de 50 años operando en la selva.
4.) Según Maite Rico y El País: “Ecuador ha denunciado que las aeronaves penetraron 10 kilómetros y bombardearon el campamento de las FARC. "No entramos en su espacio aéreo", asegura el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. "El recorrido está registrado en los sistemas de navegación. Y hay un enorme radar ecuatoriano a 46 kilómetros del lugar, que los hubiese detectado". Quito esgrime que su radar no funcionaba. "¡Qué casualidad!", ironiza Padilla, y dibuja parábolas y flechas en un papel para explicar que es posible atacar sin traspasar la frontera. "¿Sabe qué entró? Cuatro helicópteros Blackhawk con tropa de élite y 44 policías judiciales, para registrar y verificar si estaba Reyes".”
Las investigaciones que están siendo desarrolladas por las autoridades ecuatorianas demuestran que los aviones que bombardearon el campamento de las FARC atacaron por el sur (lado opuesto a la frontera con Colombia), entraron en el espacio aéreo del Ecuador haciendo una maniobra de media luna para no ser escuchados por la vigilancia guerrillera del campamento, y este es el motivo que explica que se hubiesen introducido hasta 10 km sobre territorio ecuatoriano. Para cualquier experto en investigación militar no es difícil deducir la orientación desde donde se lanzaron las bombas, así como la posición de los árboles derribados.
La República del Ecuador se caracteriza por ser un territorio de paz. Efectivamente desde el año 2000 existe en ese sector un radar, un grupo antiaéreo y armas antiaéreas, pero el sistema de defensa aéreo no funcionó. Ecuador como país de paz, carece de recursos para mantener de forma permanente su sistema operativo de defensa fronterizo. Colombia no era considerado por las autoridades ecuatorianas como un país agresor, los operativos militares y de protección aérea estaban dedicados a trabajos de ayuda humanitaria en la costa del Ecuador, donde las fuertes lluvias han asolado a la población, motivo por el cual Ecuador se ha visto en la necesidad de solicitar cooperación humanitaria a la comunidad internacional.
No poner en cuestión las palabras del colombiano general Padilla, demuestra una vez más un escaso interés en informar debidamente por parte de una reportera que pretende contarnos que sucedió realmente en la madrugada del 1 de marzo. Los orificios encontrados por doquier en la arboleda destrozada entre la que se encontraba el campamento demuestra que una infinidad de disparos procedieron de los helicópteros colombianos y a través de los cuales se continuó asesinando a los guerrilleros que pudieron haber quedado heridos tras el bombardeo.
5.) Según Maite Rico y El País, se asegura que: “A la una de la mañana, Uribe telefonea a su homólogo Rafael Correa. Le comenta que ha habido un enfrentamiento que ha rebasado la frontera. Han muerto un soldado y una veintena de guerrilleros, entre ellos Raúl Reyes. Correa se inquieta: "¿Dónde cayó Reyes?". "Estoy casi seguro que en territorio de Ecuador", responde Uribe. "Con algún rubor", el colombiano admite que no le dijo que era una operación planificada. "Asumo mi responsabilidad. Pero si lo hubiera comunicado antes, estoy seguro de que todo hubiera fracasado".”
La llamada de Álvaro Uribe ha Rafael Correa se da a entorno a las ocho horas de la mañana, esto justifica que el ejército ecuatoriano no llegara hasta después a la zona de la masacre. Uribe no podía avisar antes al mandatario ecuatoriano, pues según confirman los testigos y colonos de la zona, el bombardeo duró hasta altas horas de la madrugada en diferentes fases de incursiones aéreas. El mero hecho de que se encontraran camillas fabricadas artesanalmente en el campamento guerrillero, indica que tras el bombardeo con armamento pesado, posiblemente los guerrilleros que quedaron vivos en un primer momento, o los que se encontraban de guardia en la periferia del campamento, intentaron rescatar a sus compañeros heridos, siendo masacrados cuando llegaron los helicópteros colombianos, entorno a una hora después según indican los testimonios de los moradores de la zona. Testimonios por cierto, ignorados por la corresponsal de El País.
Si tanto Maite Rico, como el diario El País, no están dispuestos a ponerle oído a los testimonios de las guerrilleras que quedaron vivas tras la masacre desarrollada por operativos militares colombianos bajo beneplácito del presidente Álvaro Uribe; serán los informes de balística los que demostrarán a la comisión de la OEA, que varios de los guerrilleros muertos, especialmente los que tienen disparos por la espalda, fueron asesinados a quemarropa.
Una vez más el diario El País, así como su reportera Maite Rico, vienen a demostrarnos que la veracidad de la información que emiten, o la ética profesional periodística a la que debieran estar sujetos, carece de cualquier tipo de fiabilidad.
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