miércoles, 17 de enero de 2007

Indefensión y precariedad


Autor: Decio Machado

Los inmigrantes tienen un notable efecto sobre el crecimiento de la economía española, al haberse convertido en las tropas de choque de la explotación. Sus salarios son entre un 30 y un 40% más bajos que los de los españoles, según datos del Banco de España.

La Seguridad Social cerró 2005 con una cifra record de afiliaciones, casi un millón más que el año anterior. Dos tercios de los nuevos cotizantes son extranjeros. Este dato muestra la importancia que han asumido los inmigrantes en el mercado laboral español. Los salarios de los inmigrantes son actualmente entre un 30 y un 40% inferiores a la media española, según datos del Banco de España. Según la entidad, “parte de ese diferencial es atribuible al hecho de que los extranjeros concentran su presencia en sectores económicos de baja productividad (construcción, agricultura y servicio doméstico), para los que no se requiere un alto nivel educativo y formativo” y prosigue, “eliminando estos dos elementos (el sectorial y el educativo- formativo), seguirían existiendo diferencias entre los sueldos de los inmigrantes y de los nacionales, una distancia que puede tardar tiempo en desaparecer”.

El llamado boom migratorio de los últimos años ha tenido notables efectos sobre el crecimiento de la economía española. De hecho, y según las mismas fuentes, el sorprendente incremento de la población española está detrás, junto a factores como los bajos tipos de interés, del intenso crecimiento que ha experimentado la economía española, en fase expansiva desde hace 12 años. La población extranjera en el Estado español ha aumentado a una tasa media anual del 28,7%, de manera que, mientras que en 1998 representaba el 1,6% de la población, ahora supone el 8,5%. Esto ha hecho que los principales motores de la economía española (principalmente, la construcción y el consumo) se refuercen, alimentando el crecimiento del PIB.

El fenómeno migratorio ha impulsado también el empleo, si bien bajo la forma de víctima de los mecanismos de flexibilidad en el mercado de trabajo, tanto en el ámbito de la contratación como en el salarial. Los inmigrantes están siendo los principales protagonistas de la precariedad laboral y de un alto porcentaje de la siniestralidad laboral (el Estado español dispone de la tasa más alta de siniestralidad laboral de la UE). Tras el proceso de regularización de 2005, sindicatos y organizaciones sociales estiman en un millón el número de personas sin papeles en territorio español, lo que implica un alto porcentaje de trabajadores indefensos ante los abusos patronales y en una situación desregulada dentro del mercado laboral. Estos son los resultados indirectos de una legislación de extranjería cuyo perfil coercitivo bloquea la posibilidad de regularizaciones de estos trabajadores.

En el caso de las mujeres inmigrantes, su actividad laboral se concentra en dos tipos de actividades: el trabajo doméstico y la prostitución. La falta de regulación de estas actividades acrecienta su vulnerabilidad, convirtiendo a las trabajadoras inmigrantes en la expresión más radical del proceso de precarización laboral. La utilización intensiva y abusiva de esta mano de obra hace imprescindible, según los sindicatos, el cambio del actual modelo productivo, basado en los bajos costes laborales y en la precarización cada vez mayor del mercado laboral.

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